En Honduras, la pobreza afecta al 60% de la población, según el Banco Mundial. Entre las múltiples causas de este problema estructural, el embarazo adolescente destaca como uno de los principales factores que perpetúan el ciclo de pobreza generacional, especialmente en áreas rurales. Muchas adolescentes enfrentan maternidades tempranas debido a la falta de acceso a información y métodos de prevención como la Píldora Anticonceptiva de Emergencia (PAE).
El embarazo en adolescentes hondureñas, especialmente en el quintil de menores ingresos, genera un círculo vicioso de pobreza. Niñas y jóvenes, muchas veces víctimas de violencia sexual, enfrentan dificultades para acceder a educación, empleo y oportunidades, lo que limita su desarrollo personal y económico.
Según estudios recientes, la maternidad temprana en áreas rurales tiene una alta correlación con menores niveles de riqueza. Además, las jóvenes madres enfrentan discriminación laboral en un contexto machista, donde su condición de ser mujer y madre agrava las desigualdades.
La despenalización de la PAE no solo beneficiaría los derechos reproductivos de las mujeres, sino que también tendría un impacto directo en la economía del país. Al prevenir embarazos no deseados, especialmente en adolescentes, se podrían reducir las tasas de deserción escolar, aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y mejorar el aprovechamiento del bono demográfico.
Es fundamental entender que la PAE es una herramienta para romper el ciclo de pobreza generacional. Al permitir que las adolescentes tengan control sobre sus decisiones reproductivas, Honduras podría avanzar hacia una sociedad más equitativa y próspera.
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